Los cambios a nivel fisiológico y emocional que hay detrás de un embarazo pueden aflorar temores y vulnerabilidades en las mujeres que den lugar a problemas de salud mental como la ansiedad, la psicosis puerperal o la depresión posparto. Se estima que una de cada cinco mujeres tendrá un trastorno mental a lo largo de la gestación y/o después del parto, tal y como señala Izaskun Pombo, ginecóloga y coordinadora de los CASSyR (Centro de Atención a la Salud Sexual y Reproductiva) en Navarra, que alerta de que la salud mental materna –de la que hoy se conmemora el Día Mundial– está “infradiagnosticada e infratratada”.

Se considera trastorno mental perinatal aquellos que se dan durante el embarazo o en los primeros doce meses tras el parto, siendo la ansiedad y la depresión los diagnósticos más frecuentes, pero van más allá y son habituales la psicosis puerperal (pérdida del sentido de la realidad, alucinaciones, etc.), los trastornos postraumáticos tras el parto y los trastornos perinatales asociados al duelo perinatal.

No hay causa concreta

Estos problemas pueden surgir en cualquier gestante y no hay una causa concreta, pero en el embarazo “existe un alto riesgo para aquellas mujeres con trastornos mentales previos, para quienes la gestación puede dar lugar a una recaída”, apunta Pombo. “Los trastornos de salud mental perinatal están infradiagnosticados porque no se ha visibilizado hasta hace poco y se entendían como cambios emocionales transitorios de causa hormonal a los que no se les ha prestado la debida atención”, sostiene la ginecóloga.

No hay causas concretas que estén detrás de estos trastornos, pero sí hay algunos factores o vulnerabilidades que pueden predisponer a una mujer a sufrirlos. “El embarazo es una etapa de cambios físicos y emocionales que genera mucha incertidumbre. Por otra parte, están las mujeres que padecen alguna patología mental previa a la gestación y, aunque lo idóneo es planificar el embarazo en un momento de estabilidad clínica, no siempre ocurre así y el embarazo puede afectar negativamente a su trastorno mental aumentando el riesgo de recaída”, expone.

Efectos en el feto

Que una madre sufra un problema de salud mental durante el embarazo o tras el parto puede que tenga una afectación negativa sobre el bebé, “existe evidencia del impacto de la ansiedad prenatal, que se asocia a mayor riesgo de ansiedad post-natal y depresión con peores resultados obstétricos”, indica Pombo, que detalla que la ansiedad prenatal “aumenta los niveles de cortisol que, mantenido en el tiempo, puede tener consecuencias en la gestación”. “Es importante acompañar a la mujer y su pareja, haciéndole sentir que no está sola y que lo que siente es común a lo que sienten otras mujeres que, en su misma circunstancia, también sufre ansiedad o depresión”, señala.

Pero la patología más conocida quizá sea la depresión posparto al ser una de las más frecuentes y darse tras el alumbramiento o incluso hasta un año después de éste. El diagnóstico, precisa la ginecóloga y coordinadora de los CASSyR, se hace por entrevista clínica, aunque existe la escala de depresión posparto de Edimburgo que ha demostrado su validez para mejorar el cribado. “Ante la sospecha, se derivará a Salud Mental para que descarte un episodio depresivo mayor e inicie el tratamiento”, detalla.

Dificultad del cuidado

Los síntomas se diferencian poco de la depresión en general, pero a los efectos sobre la madre se añade la dificultad en el cuidado del recién nacido. “Una de cada diez mujeres tendrá una depresión posparto durante el primer año de vida de su bebé, cifra que se confirma en diferentes países y culturas. Se caracteriza por la presencia de un estado mantenido de tristeza, pérdida de interés y de ilusión por las cosas, ganas de llorar, disminución de la energía, alteración del apetito y el sueño y sentimientos de culpa por no ser una buena madre y de vergüenza de sentir lo que sienten. Todo ello acompañado de marcada ansiedad, con afectación de las funciones maternas de autocuidado, lactancia, vinculación y crianza”, relata Pombo, que señala que es importante no confundir la depresión posparto con lo que se denomina maternity blues, “un estado de tristeza transitorio y cambios de humor que presenta el 70% de las madres los días siguientes al parto”. 

Acompañamiento del CASSyR

A todas estas mujeres que presentan un trastorno mental durante el embarazo se les hace un acompañamiento desde los CASSyR, con un mayor número de visitas conjuntas de matrona y Ginecología, y en aquellos casos más complicados se cuenta con la colaboración de profesionales de Salud Mental “para un control gestacional conjunto”. “Nuestra labor también es preventiva generando espacios en los que las gestantes puedan compartir su malestar. Los talleres de educación maternal y preparación al parto son un ejemplo de ello y se apuesta por involucrar también a la pareja, ya que su apoyo es importante para el bienestar emocional de la gestante”, apunta.

En cuanto al tratamiento, lo fundamental es que hay que tener en cuenta binomio mujer-feto, por lo que se intenta tratar lo menos posible con medicación ya que los cambios hormonales “pueden dar lugar a variaciones en los niveles del fármaco pudiendo afectar a la mujer y al feto”. "Es preferible que las gestantes que requieran tratamiento farmacológico lo tomen a que no lo hagan, pero hay que tener en cuenta que muchos fármacos pasan a la leche, por lo que se priorizarán los más estudiados y más seguros, preferiblemente en monoterapia y la dosis terapéutica mínima eficaz”, explica Pombo.