Iñaki Agirregomoskorta (Bilbao, 1955) fue jefe de Documentación y Archivo en EITB. Tras su publicación en del libro Así nació la televisión del País Vasco (Alberdania, 2020), ha editado ahora este libro sobre un hecho que arrastró ríos de tinta en la política vasca: la escisión del PNV y el nacimiento de Eusko Alkartasuna. El libro no se limita a reseñar el momento álgido de aquel sonado divorcio, sino que repasa el acontecer del PNV desde 1977. Un ensayo de 237 páginas, con amplia documentación gráfica, que por el momento solo se puede adquirir este domingo con DIARIO DE NOTICIAS por 17,95 euros más el periódico.

En su libro detecta las primeras disputas en 1978.  

–Desde la muerte de Juan de Ajuriaguerra, empezó a haber dos gallos, que eran Garaikoetxea y Arzalluz, que había presentado en la Asamblea de Iruña, en 1977, la ponencia política. Arzalluz, con Unzueta y Retolaza, formaron el núcleo principal del partido. Por otro lado estaba Garaikoetxea, que consiguió la colaboración de gente muy brillante como Etxenike o Uriarte. Así que se formaron dos equipos, uno más ligado al partido y el otro al Gobierno, y ambos querían tener la capacidad de decidir. 

Era un tiempo muy complicado, de incipiente desarrollo competencial, pero las chispas saltaron pronto.

–Había motivos. Uno de ellos fue la capitalidad. En la Asamblea de Iruña se decidió que fuera Pamplona, pero como las cosas sucedieron no como se quería, Pamplona no puedo ser porque Navarra no estaba integrada en el Estatuto Vasco. Tenía que ser entonces o Bilbao o Vitoria. Los de Garaikoetxea consiguieron que fuese Vitoria. Bilbao cedió. 

“Los dos equipos que se formaron en torno a Arzalluz y a Garaikoetxea querían tener la capacidad de decidir”

Seguramente, con perspectiva histórica, eso fue un acierto.

–Un gran acierto. Araba se ha ido incorporando al nacionalismo, se ha nacionalizado mucho, y la prueba más evidente es lo que acaba de suceder ahora, que Bildu ha dado el sorpaso al PNV allí. 

En Navarra la fractura se vivió de forma particular.

–El motivo de pelea quizás más importante, fue cuando el EBB dijo a los navarros del NBB que tenían que apoyar a la derecha en Navarra.

Tras las forales del 83.

–Sí, los navarros no querían hacerlo de ninguna manera y desde el otro lado se les pedía que se abstuvieran. Pero los navarros no estaban por apoyar a Aizpún, Del Burgo y compañía. Un navarro presente en el PNV me dijo que ellos estaban en contra del franquismo, en la trinchera con socialistas, PC, ORT... y por ello mucho más por el PSOE que por la derecha. 

De ahí que EA se constituyese sobre un fundamento socialdemócrata, para diferenciarse con el PNV.

–De hecho Garaikoetxea, ya desde el principio de su andadura, decía sentirse socialdemócrata. 

Y en el PNV había planteamientos más democristianos.

–El PNV, más que un partido, era un movimiento político social, donde la marca mayor era JEL (Jaungoikoa Eta Lege Zaharra). Los jelkides son democristianos. De hecho, el PNV participó en la fundación de la democracia cristiana europea. 

Hoy el PNV ha mostrado que el partido sigue por delante del lehendakari, mientras EA viene de desangrarse por discrepancias internas. ¿Hay pasados que aún crepitan? 

–Sin duda alguna. En Euskadi todo crepita. El dualismo existente en el PNV es muy importante. 

“Al principio Garaikoetxea y Arzalluz se llevaron bien, conscientes de lo buenos que eran ambos, pero las tiranteces se acumularon”

Tras la salida de los socialistas navarros del PSE, usted considera que en Navarra se debilitó el nacionalismo y se fortaleció el españolismo por UPN y el PSN. ¿Faltó capacidad de lectura, sobró rigidez?

–Lo que faltó es que el PSOE fuera más consecuente con su programa y con su forma de pensar. Felipe González fue un apoyo fundamental para la monarquía. Era un partido republicano. Fue el que dijo sí a la OTAN cuando había dicho que no. Cambió mucho y eso condicionó todo. A los poderes fácticos, lo digo en el libro, no les interesaba que Navarra estuviera dentro de Euskadi, que tiene poca superficie. Al ejército no le interesaba eso, menos todavía en un sitio fronterizo. Que Euskadi, existiendo ETA, y gobernada por el PNV, tuviera mucha fuerza no les interesaba. 

¿Qué cualidades y defectos tenían Arzalluz y Garaikoetxea para no haber sorteado ese choque?

–Garaikoetxea tenía una buena imagen, una gran capacidad de locución, un gran liderazgo, enorme, para lo público, y él lo aprovechaba para decirle al partido que le dejase actuar como generador de votos. ¿Qué le pierde a Garaikoetxea? Su terquedad, que le provoca dificultades. 

¿Y Arzalluz?

–Era mucho más plástico. Había sido jesuita. Tenía esas artes, una gran capacidad discursiva, de escribir artículos en Deia todos los domingos, con un gran fundamento y solidez cultural. Los dos eran muy cultos, pero en el aspecto humanístico quizás Arzalluz estaba más preparado. Al principio se llevaron bien, cada uno en su papel en la bicefalia, los dos conscientes de lo buenos que eran ambos. Empezaron las tiranteces, y se fueron acumulando. Para Garaikoetxea, un sector quería todo para Bilbao y él no estaba por la labor.

Con su libro sabe que está al filo de la navaja. Todavía hoy le escrutarán para saber si va con EA o con el PNV.

–Estoy contento, demuestra que hay bastante objetividad, y es lo que he tratado de hacer. Gente de EA que me ha dicho que se me nota mucho que estoy a favor del PNV y otros al revés. Estoy seguro que cada uno lo va a leer con sus gafas, y le va a parecer una cosa o la otra.