Quizá sea el dato que mejor refleje la crisis interna que ha vivido UPN en la etapa –recién cerrada– de Javier Esparza al frente del partido: los regionalistas han perdido 267 afiliados desde la expulsión, en 2022, de los diputados Sergio Sayas y Carlos García Adanero.

Es uno de los peores balances que deja el último congreso que el domingo eligió a Cristina Ibarrola como presidenta, y que transcurrió con una apatía sin precedentes.

En un salón del Tres Reyes –nada de las salas principales del Baluarte con aforos de 1.800 personas, como antaño–, con una puesta en escena de puro trámite –impropia del primer partido de Navarra– y entre sillas vacías, la todavía entonces secretaria general, Yolanda Ibáñez, reveló que a día de hoy el partido tiene 2.348 afiliados

Hay 267 afiliados menos que hace dos años

Son, exactamente, 267 menos que los que reconocía tener el partido a 1 de enero de 2022 –2.615–, justo un mes antes de que Sayas y Adanero desencadenaran la peor crisis que ha vivido el partido en los últimos tiempos.

La marcha de los diputados al PP arrastró consigo a más de 150 afiliados que pusieron el mismo rumbo, descontentos con Esparza. Otros se dieron de baja, espantados por el cariz que tomaba la vida interna del partido.

En ambos casos, la puntilla para una tendencia a la baja –fruto de bajas sin relevo; una cuestión generacional– que no para desde 2020.

Preocupa el rápido deterioro del músculo humano del partido que presumía de ser el de los 4.000 afiliados, y que sufre dentro los mismos síntomas que vuelven a aparecer en cada cita electoral: la pérdida progresiva –en este caso, de votos–, la desconexión con las siglas. Si la nueva dirección quiere retos, aquí tiene uno: revertir esta tendencia.

Pérdidas desde 2020

Los datos son públicos. Figuran en las cuentas generales del partido. UPN pierde militantes desde 2020. Más de un 10% sobre el total desde enero de 2022.

Hace cuatro años, la dirección decidió hacer una limpia de la base de datos, donde había registros desactualizados y bajas sin anotar. En la memoria correspondiente a 2020, el partido reconoce que a 1 de enero la cifra es de 3.811. Tras la limpia, y a 31 de diciembre, baja hasta los 2.666. Ese año, los ingresos por cuotas alcanzan los 59.631 euros.

Javier Esparza vota durante el congreso que UPN celebró el domingo Unai Beroiz

2021 constata que la tendencia ya es hacia abajo: pasa de los 2.666 a los 2.615, e ingresa unos dos mil euros menos en cuotas. El año del golpetazo es 2022, el de la crisis de Sayas y Adanero. El 1 de enero son 2.615 militantes; al acabar el año, 2.424. Casi 200 militantes y apenas 50.000 euros en cuotas, diez mil menos que hacía cuatro años.

Son los últimos datos oficiales publicados en cuentas generales. Pero la tendencia ha seguido hacia abajo durante 2023. Así lo dejó de manifiesto Ibáñez cuando el domingo cifró en 2.348 los militantes.

El censo congresual

No todos, eso sí, pudieron votar en la cita del domingo. El censo quedó en 2.179 personas. La diferencia se explica, en parte, porque quien no está al corriente de pago no tiene derecho a votar. Y tampoco puede hacerlo quien haya llegado al partido después de la convocatoria, que fue en enero. Es decir, que puede incluso que la cifra real de afiliados sea todavía menor en la práctica.

El censo congresual también es elocuente para ilustrar la pérdida de vigor del partido. Hace una década, en el congreso de 2013 que enfrentó a Yolanda Barcina y Alberto Catalán, el censo de votantes fue de 2.750 personas.

Es decir, 571 personas más tuvieron derecho a voto. Son más de las que el domingo votaron por Ibarrola y le dieron la victoria con el 81% de los apoyos.

Todo esto, con razón, preocupa a UPN. Porque no se trata solo de perder, sino de cómo se pierde. En 2022, muchos de los militantes que causaron baja dieron a parar en un competidor directo por el espacio, como es el PP.

Pero el problema de fondo tiene que ver con la falta de relevo, la falta de gancho de los regionalistas para captar militantes jóvenes que sucedan a quienes llegaron con la fundación del partido. Y ahí tiene mucho trabajo por hacer la nueva dirección.