María Chivite, correveidile de Pedro Sánchez. La chica de los recados de la Moncloa. Su corresponsal en la aplicación aquí del manual de tácticas. Ahora toca el proselitismo de la “regeneración democrática”, en formato epistolar. Carta al presidente del Parlamento para una “reflexión conjunta” de Ejecutivo y Legislativo “que permita recuperar desde las instituciones la confianza ciudadana” y “visualizar un mensaje de unidad y compromiso compartido”. Contexto: “Alerta global ante el peligro de la desinformación y la desestabilización”.

Como si las malas artes orales, las perversiones periodísticas, policiales y judiciales, las cloacas de la política, hubieran aparecido cuando han tocado las entrañas parentales del actual Presidente. El juego sucio está enrazaido en la contienda política. Entre rivales ideológicos, entre socios de conveniencia y entre compañeros internos de proyecto. Qué decir entre enemigos declarados. Hasta los juegos florales ocultan puñales. Le preocupa a Chivite “el riesgo (para la democracia) que suponen la desinformación, la polarización y los discursos deslegitimadores de las instituciones”.

La salida de emergencia de la Transición – que escatimó asuntos nucleares como el modelo de régimen– y el cambio radical predicado de salida por Felipe González –corregido en cuanto pudo en algunos de sus postulados esenciales– provocaron entusiasmos ya extintos. La derecha inquieta. La izquierda defrauda. La creciente desafección ciudadana viene provocada por la dinámica política de partidos e instituciones. No es espontánea. Es inducida por comportamientos: corrupción, mentiras, incumplimientos. La ambición de poder sobre las necesidades comunes. Chivite escribió también a la alcaldesa fulminada mediante moción de censura. Propuesta: Ánimo de trabajo conjunto y mejora del diálogo. Tiene guasa. Nuevo paradigma: “Respeto, ética, diálogo constructivo y crítica informada”. Contrición fingida. Sin propósito de enmienda.