A fuerza de hacer columnas a razón de más de 4.000 uno acaba sabiendo que según qué tema escoja la columna va a tener menor o mayor aceptación, aceptación que se va a incrementar exponencialmente si la columna es crítica y mordaz con según quién y según cómo. Son las columnas tramposas, que llamo yo, puesto que pueden estar terriblemente mal escritas o carecer casi por completo de virtud literaria alguna y en cambio gustar mucho.

Ya saben, si a la gente le gusta la tortilla de patatas poco hecha dale tortilla de patatas poco hecha. Columnas con mucha mayor calidad en su elaboración pueden pasar al olvido a la hora y media de haber sido impresas. Esto pasa perfectamente a la hora de elaborar carteles para Sanfermines. Y pasa al punto de que uno de esos carteles que han sabido escoger un tema candente –y plasmarlo en este caso bien técnicamente, no es mi ánimo ni mucho menos criticar a la obra, amén de que soy poco ducho en la materia– ha resultado el ganador, puesto que ha representado la salida de los chistularis y gaiteros a la plaza del Ayuntamiento el 6 de julio, el momentico que se ha vuelto viral para emoción general en los últimos dos o tres años.

En ese sentido, es un acierto de autor haber sabido comprender que de un vídeo de youtube puede salir un cartel ganador y que también en Sanfermines y en el concurso de carteles puede funcionar la dinámica de los best-sellers. En redes sociales, alguno se preguntaba si no sería trabajo del jurado elegir finalistas más entre los carteles bien elaborados per se, sabiendo que si eliges uno o dos que lleven tortilla de patata poco hecha aunque la mezcla no esté muy allá el resto van a tener poco que hacer ante el gusto popular. No lo sé, tampoco es sencillo volver atrás y que sea un jurado el que elija el cartel. ¿Una mezcla de ambas, que el público elija los tres finalistas de entre 10 y el jurado el ganador?